domingo, 7 de agosto de 2011

La ratonera (un amor trágico)






Claudio:¿Te has enterado bien del asunto? ¿Tiene algo que sea de mal ejemplo?

Hamlet:No, señor, no. Si todo ello es mera ficción, un veneno..., fingido; pero mal ejemplo, ¡qué! No señor.”
(Hamlet, Acto IV, Escena XIII)


Esta es la trágica historia de amor entre una mujer llamada Salmonela y un hombre conocido como Lucrecio. No voy a decir que se trató de amor a primera vista porque además de ser un clisé poco creíble hoy en día, sería faltar a la realidad. Lo cierto es que se fueron conociendo poco a poco y así fueron descubriendo que tenían muchas cosas en común como que la compañía del otro les era en extremo agradable. Si la pareja tardó un poco en concretarse, fue principalmente porque ambos eran bastante come mocos. Por suerte una noche, el alcohol les quitó unas cuantas inhibiciones y finalmente se animaron a confesarse mutuamente sus sentimientos.

Los novios fueron recibidos con alegría tanto por los amigos de él como de ella, cabe aclarar que por aquel entonces no tenían amigos en común. Tampoco voy a afirmar que todo entre ellos era vino y rosas. Tenían sus dificultades como más o menos toda pareja, pero a su favor tenían algo muy importante, la sinceridad para hablar, aclarar las cosas y solucionar los problemas que se iban presentando. La casi idílica luna de miel, duró hasta una reunión en la casa de unos amigos de Salmonela. Resulta que luego de almorzar, ella decidió a tomar una banana a manera de postre, a lo que Lucrecio comentó en tono jocosamente libidinoso:

  • ¡Ah! Así que te gusta comerte la banana.

    Se trató de una broma de dudoso gusto, pero ella respondió con una sonrisa. El hecho es que al resto de los presentes les cayó muy mal el chiste y comenzaron a cuchichear entre ellos que Lucrecio era un pervertido y que únicamente pensaba en sexo.

    La pareja prácticamente olvidó aquel comentario, pero los otros asistentes de la reunión tuvieron durante meses terribles pesadillas con enormes y diversos objetos de claras connotaciones falicas y la omnipresente voz de Lucrecio repitiendo hasta el hartazgo:

  • Así que te gusta comerte la banana, comerte la banana, comerte la banana...

    El grupo de amigos continuó reuniéndose con regularidad, salvo que ya no hacían extensiva la invitación a Lucrecio. La asistencia de Salmonela, se tornó más esporádica, a veces prefería hacer otros planes con su novio, alguna vez, iba casi por obligación y las menos, concurría porque quería. De todas formas, siempre se sentía un tanto incómoda con ellos, por más que seguía queriendo muchísimo a sus amigos, no podía disfrutar completamente sabiendo que tenían tan bajo concepto de la persona que más le importaba en el mundo.

    La consecuencia lógica de este asunto fue que comenzaron a frecuentar más a menudo a los amigos de Lucrecio y hacer proyectos con ellos. Estos tenían en mucha estima a Salmonela, lo cual era claramente mutuo. La barra de Lucrecio era macanuda pero bastante más descontracturada y excéntrica que la de su novia. Solían consumir cantidades industriales de alcohol, marihuana, la mayoría eran fanáticos del hentai y tenían un sentido del humor escatológico. Aunque quien irritaba realmente a Salmonela, era Fernando, un muchacho encantador a quien ella le tenía cariño. Pero resulta que era el único hombre en todo el mundo al que le gustaba Ricardo Arjona y había que aguantarlo cantando temas del cantautor hiriendo su preciada sensibilidad rockera.

    Otra persona que colmaba la paciencia de Salmonela, era la ex de Lucrecio. El problema no es que fuera la ex de su novio, prácticamente todo adulto tiene hoy por hoy, uno o más ex. Tampoco es que se llevaran mal, a decir verdad tenían una buena relación, el problema es que era cantante y se le había metido en la cabeza que Salmonela tenía un increíble talento natural para cantar, por consiguiente la invitaba para ser parte de sus espectáculos. Al principio disfrutaba bastante de los ensayos y los conciertos, pero con el tiempo se fue hartando de semejante tren de trabajo y de las exigencias cada vez mayores que cargaban sobre sus espaldas.

    A todo esto, los amigos de Salmonela se dieron cuenta, que su mera presencia ya les hacía acordar a Lucrecio y el abominable episodio de la banana. Comenzaron por no invitarla más a ninguna salida. Luego fueron declinando las invitaciones de ella, cada vez con más frecuencia , escudándose en excusas gradualmente menos creíbles. Por supuesto que esto fue minando sus ánimos y su autoconfianza, comenzó a tener claros síntomas depresivos. Los cuidados y preocupaciones de su novio, sólo sirvieron para enlentecer las cosas pero no para evitarlas.

    Una noche de viernes, los amigos de Lucrecio organizaron una reunión que prometía ser especialmente divertida. Media hora antes de salir, Salmonela, avisó que no iba ir, él dijo entonces que si ella no iba, tampoco iría, pero le respondió que fuera, que bastante veces se había él quedado en casa porque ella no quería salir. Antes la insistencia y preguntas, se limitó a contestarle.

  • Tus amigos son re bien, pero me hacen acordar a los mios y los extraño...

    Con un mal pálpito en la garganta, la dejó sola. El asado y la cerveza lo ayudaron a olvidar aquella desagradable sensación. Cuando regresó tarde en la noche, encontró a Salmonela en la cama, estaba fría, con blisters vacíos de diversas pastillas en la la mesa de luz y una nota que decía:

    Amado Lucrecio:

    Sos lo mejor que me pasó en mi vida, te amo y si hay alguna clase de vida después de la muerte, sé que te seguiré amando desde allá. El problema es que ya no puedo seguir viviendo, no soporto más sentirme una paria frente a mis propios amigos. Tampoco soporto un segundo más del “Minuto” de Arjona, ni que Calpurnia sufra ataques de esquizofrenia catatónica cada vez que desafino media coma (bien sabés que cantar es lo último que quiero), ni en una cueva afgana podré escapar de eso.

    Esta es la única salida posible.

    Espero que sepas perdonarme:

    Te amo

    Salmonela.

    P.D: por favor, decile a mis amigos que a pesar de todo, los quiero y los seguiré queriendo en el otro mundo.

    Destrozado, hizo todos los arreglos correspondientes a la muerte, hacer declaraciones policiales, firmar los papeles de la funeraria y avisar por diversos medios a amigos y allegados. Nadie perteneciente al circulo de amistades de la fallecida se apareció en el velorio, tampoco fueron a visitar su tumba en los meses siguientes, temían cruzarse con un ser tan asqueroso y denesnable como Lucrecio, temían volver a vivir en su memoria el pavoroso episodio de la banana.

    Pese a todas las precauciones, se lo terminaron cruzando. Lo vieron medio año después, una tarde poco antes de que anocheciera, del otro lado de la acera. Era las ruinas del hombre que alguna vez fue, caminaba arrastrando los pies, su espalda estaba tan encorbada que parecía soportar toneladas. Uno de ellos lo señaló:

  • ¡Hijo de puta! ¡Por su culpa se suicidó Salmonela!

    Lo más conveniente para la fluidez de este relato, es ahorrar detalles respecto a la soberbia paliza que le proporcionaron. Los múltiples puntapíes en la cabeza le causaron graves lesiones cerebrales. Desde entonces Lucrecio permanece en una sala de hospital, hecho un vegetal. Por supuesto que los agresores fueron llevados a la justicia, pero el expediente judicial se perdió en alguna oficina y ninguno de ellos pasó más de una semana tras las rejas.

3 comentarios:

  1. Extraña mezcla de humor negro, tragedia y sentimientos que sólo quien los vive sabe cuan profundos son. A veces lo cotidiano, las palabras, van hiriendo más de lo que lo hubiera hecho un golpe.
    Me ha encantado el nombre de Salmonela de la chica, como el de la enfermedad XD!.
    Dulces lunas

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  2. Gracias Verónica. La verdad es que esta historia no hubiera sido posible sin el toque de humor. Juanma me ayudó mucho, partes como la de la infame banana XD no se me hubieran ocurrido y me parece simplemente genial. Está bueno esto de poder sacar el dolor y la amargura a través del humor.Un humor incorrectísmo sí, pero por eso más hilarante. Aún quedan más historias (especialmente el funeral de Salmonela) que compartiremos cuando mi blog de narrativa esté listo,espero seguir contando con el apoyo de Juanma entonces. Un abrazo

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  3. Me ha gustado :)
    Intriga e invita a seguirse desde la primera palabra hasta el final.

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